Olvido mi propia lengua. Se me anquilosa el cerebro. La mediana edad deviene decrepitud de la inteligencia. A casi diez años de vivir en la diáspora, siento los efectos de no vivir a tiempo completo en una cultura hispanoparlante. El bilinguismo se torna corrosivo, a cada rato me doy cuenta de que he cometido un anglicismo en conversación con mi familia en la isla.
Vivo con un gringo y dos TexaRicans. En mi casa se habla inglés la mayoría del tiempo, excepto cuando estoy tan enojada o cansada que pierdo el idioma. Todos entienden las malas palabras y los cariños en español. "Puñeta" es una de las malas favoritas de mi marido. Para las niñas the bottle siempre fue el bibí; el chupete siempre fue el "bobo." La grande habla el español very self-consciously, la manera en que aspira las s al final de una palabra y convierte las r en l es aún más pronunciada que en mí. ¿A qué se debe esto? Sin una base sólida en gramática, es bilingue lite. Peleamos a la hora de escoger sus electivas para el próximo año. Ella preferiría tomar francés en séptimo grado y dejar español para octavo. Yo insisto que tiene que tomar español los dos años, especialmente si quiere tener la oportunidad de estudiar en la UPR como me dice a veces.
La chiquita, la que es mitad boricua y no pasa los veranos en la isla, aprende los rudimentos de la lengua gracias a Muzzy y a sus maestras en el cuido y Pre-K. No solamente sabe los colores y los números del uno al veinte en español, sino que aprendió a roll the r's; sabe decir perro en vez de pero. Aunque prefiere decir dog. Me entiende perfectamente cuando le digo "ven acá" o "cierra la puerta", pero le falta tanto por aprender aún. Se fascinó cuando le conté del Cuco y ahora quiere que le cante todas las noches "Duérmete mi niña" seguida de "Rock-a-bye Baby"
Estoy rusty, no solamente en cuanto al español. Llevo demasiados años hablando spreadsheet, un idioma de números danzantes en la computadora, cuyos mensajes sirven para apaciguar a los jefes de la multinacional que me emplea. Tranquilo, jefe, tranquilo. It's all good, just look at these figures that prove me right. Copacetic.
No tengo mucha gente con quien puedo hablar mi idioma a gusto. Mucho menos gente con quien hablar de temas que verdaderamente me interesan. Mi trabajo impone brevedad y concisión. Todo pensamiento tiene que ser destilado al máximo, tal como le gusta a los ejecutivos. Me ha tomado varios años desarrollar la habilidad de reducir asuntos sumamente complicados a dos o tres oraciones que quepan en un slide de PowerPoint. Es una destreza muy valorada en mi trabajo, pero en la vida real me rinde muda o superficial. Peor aún, he perdido la paciencia en lo que respecta a textos elaborados o extensos. Me aburren, me hacen gritar just get on with it already. Tengo que reaprender a disfrutar el viaje y perder de vista la meta.
Me da la impresión de que a veces te sientes extraña en tu propia casa...
ReplyDeleteSí, me pasa a veces. Tengo muchas cosas en común con mi esposo, excepto la puertorriqueñidad. Y mis hijas tienen más de tejanas que de boricuas. Hay días que me siento extraña y echo de menos alguien con quien hablar de idioteces como Pacheco vs. Tío Nobel, o lo ricos que eran los quesos de hoja de la Euskalduna.
ReplyDeleteQuesos de hoja de what?!?! hahahaha, yo extraño el ir a una panaderia y compar pan sobao! :(
ReplyDeleteJa ja. Eso te muestra que estoy poniéndome vieja. La Euskalduna era una panadería de cuando yo era chiquita; estaba en la colindancia entre Hato Rey y Río Piedras. Hace años que no existe. Los quesos de hoja eran los mejores.
ReplyDeleteHa sido muy interesante leer tu version de estar fuera de tu pais natal, de tus costumbres y de tu gente. Te felicito porque lo has descrito de una manera muy especial. Un inmigrante es como un arbol en el mar!!!!. Aunque como se esta moviendo la sociedad actual, ya nadie dura mucho tiempo en el lugar que nacio, ya sea por estudios, problemas politicos, posibilidades de desarrollo, amores transoceanicos. Nada, que nos cuesta trabajo estar tranquilos alli donde vivimos, al fin de cuenta el planeta es uno solo y las fronteras lineas que nadie entiende. Tu mundo, es alli donde mas feliz estas.
ReplyDeleteHola, rabaj5. Me gustó mucho tu comentario y tienes razón. Al final, yo tengo dos hogares: la tierra de mi nacimiento y la tierra donde vivo con mi marido y mis hijas. A veces uno se siente extraño en su propia tierra también.
ReplyDelete